Groenlandia: el tesoro helado que Trump codicia

Groenlandia: el tesoro helado que Trump codicia

La visita de Donald Trump Jr. ha desatado temores y esperanza en Nuuk, reavivando el debate sobre la independencia de esta inmensa isla de hielo.

En Nuuk, la pequeña capital de Groenlandia, la noticia del interés de Donald Trump en la isla está en boca de todos. La visita de su hijo, Donald Trump Jr., en un avión privado, con fotos públicas y gorras de Make America Great Again, ha añadido más leña al fuego. Su llegada coincidió con nuevas declaraciones del expresidente estadounidense, quien insistió en que Groenlandia era “esencial para la seguridad mundial” y sugirió incluso acciones económicas y militares para obtenerla.

Para los 57,000 habitantes de Groenlandia, la mayoría indígenas inuit, estas declaraciones son a la vez preocupantes y reveladoras. “Algo va a pasar aquí. Esto ya no es una broma como en 2019, cuando mencionó la compra de la isla”, afirma Abbasy Lyberth, un biólogo local que observa con cautela los movimientos de Estados Unidos.

Un mundo helado lleno de contradicciones
Groenlandia es un territorio autónomo bajo el Reino de Dinamarca, pero geográficamente más cercano a Washington. Es una isla enorme —cuatro veces el tamaño de España— cubierta casi completamente por hielo. Aquí, la vida es dura: las ciudades no están conectadas por carreteras, las temperaturas caen a -19 °C en invierno, y las distancias se recorren en avioneta o barco.

Este aislamiento, combinado con la riqueza de recursos naturales como el pescado y los minerales, hace de Groenlandia un objeto de interés estratégico. Sin embargo, la dependencia económica de Dinamarca sigue siendo clave. Más del 50% del presupuesto groenlandés proviene de una subvención anual danesa de 600 millones de euros.

El debate sobre la independencia
La política local está dividida sobre la independencia. Los partidos gobernantes, Siumut e Inuit Ataqatigiit, apoyan el objetivo, pero discrepan sobre el ritmo. Doris Jacobsen, parlamentaria de Siumut, asegura que “podemos ser independientes en diez años”, mientras que otros piden más prudencia.

El problema radica en la economía. Aunque el PIB de Groenlandia crece más rápido que el promedio europeo, la dependencia de la ayuda danesa y la falta de diversificación económica complican la transición. Además, servicios esenciales como la sanidad y la educación aún dependen en gran medida de Dinamarca.

¿Un precio demasiado alto?
La independencia podría traer consigo grandes riesgos. La pesca, la principal fuente de ingresos, enfrenta incertidumbre en un mercado global cambiante. Además, la necesidad de mantener derechos adquiridos, como las pensiones en bancos daneses, preocupa a muchos habitantes.

“Queremos ser independientes, pero sin perder lo que ya tenemos”, resume Abbasy Lyberth. Otros, como un taxista local, creen que Groenlandia aún no está preparada para dar ese paso.

Groenlandia en el ojo del huracán global
Mientras Trump y otros líderes miran hacia la isla con ambiciones geopolíticas, los groenlandeses intentan mantener el control de su destino. La tensión entre oportunidades y peligros define un futuro lleno de desafíos, en el que esta isla helada se convierte en el centro de atención mundial.

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